sábado, 20 de agosto de 2016

La ópera como antecedente de las industrias culturales (Parte V)


Teatro Grimani (Venecia, Italia, s. XVII)



Este trabajo fue presentado en el XVIII CONGRESO INTERNACIONAL DE TEATRO IBEROAMERICANO Y ARGENTINO, Buenos Aires, 4 al 8 de agosto de 2009.

 

El espectáculo comienza cuando usted paga

 

Por lo general, se considera que la apertura de los museos al público general a partir de la revolución francesa en la década de 1780 marca el inicio de la democratización del arte. Sin embargo, hay un antecedente anterior: el empresario teatral. La figura de este actor social surgida a mediados del siglo XVII en Venecia es posible por la conjunción de 2 (dos) circunstancias. Por un lado, el desarrollo de la burguesía, grupo formado por pequeños (y no tanto) comerciantes que se encuentran en condiciones de destinar dinero sobrante (ganancias) a la compra de producciones “no vitales“. Por otra parte, la aristocracia ya no está en condiciones de sostener los altos costos de un teatro de corte, cuyo desarrollo ha llegado a proporciones desmesuradas para la actividad de palacio. De esta manera, los artistas (compositores, músicos, cantantes y escenógrafos) que antes estaban al servicio de un mecenas, deben ahora vender su trabajo a otra persona que a su vez lo revende obteniendo un beneficio económico: el empresario teatral. El arte escénico comienza así a mercantilizarse masivamente.

 

Si bien es verdad que ya a mediados del Renacimiento se observan indicios de un arte mercantilizado, es en el terreno del teatro, y especialmente en el de la ópera, donde se dan plenamente las características de una industria cultural.