lunes, 4 de agosto de 2014

La luz y el espacio escénico: los antecedentes de una poética lumínica (Parte II)


Lámparas con filamento de carbón



 

Este trabajo ha sido presentado en el Primer Congreso Nacional de Escenografía, Universidad Nacional del Centro, Argentina, 2013. Publicado en la revista EscenaUno, Universidad Nacional del Centro, N° 1, junio de 2014.

 

Durante el siglo XIX, en el Romanticismo, se desarrolló la iluminación a gas, tecnología que trajo algunos avances en lo estético: el aumento notable de la intensidad lumínica y la posibilidad de regulación de la intensidad luminosa de las fuentes. Sin embargo, aún quedaban problemas heredados del Barroco: la inestabilidad de las llamas luminosas y el hecho de que la regulación seguía realizándose por bloques de luz, o sea, respecto de grandes áreas del escenario. Pero el principal problema seguía siendo la comparativamente menor iluminación que recibían los actores en relación con la iluminación de la escenografía, por lo que la iluminación de proscenio siguió utilizándose.

 

La invención de la lámpara de filamento por parte de Edison hacia 1879 puso a disposición del teatro el uso masivo de la luz eléctrica (3). Esta vez los beneficios fueron realmente notorios, produciéndose no sólo un cambio cuantitativo, sino también cualitativo en la iluminación escénica. Con la luz eléctrica se obtuvo una mayor intensidad de las fuentes, la estabilidad luminosa de las fuentes, una regulación de intensidad gradual y total y, principalmente, el desarrollo de luminarias que podían manipular la emisión de las fuentes mediante elementos de óptica (espejos y lentes), lo cual permitió el uso tanto de luz general como de luz sectorizada mediante proyectores (4).

 

Los desarrollos tecnológicos de la iluminación eléctrica coinciden históricamente con el surgimiento de la vanguardia estética. Como sabemos, la vanguardia en el arte constituye ese momento histórico en el que se da un cambio de paradigma respecto de los cánones compositivos y conceptuales a mediados del siglo XIX. Este cambio de paradigma implica el rechazo de los modelos anteriores, es decir, de la Academia, desde la cual se imponían las poéticas, ese conjunto de preceptos a seguir para llegar a ser un artista dentro de la pintura, la escultura o la arquitectura (5). Como sabemos, la vanguardia no es un movimiento uniforme ni homogéneo, sino que es un fenómeno multiforme, es decir, más precisamente deberíamos hablar de vanguardias como un conjunto de movimientos que se dan casi contemporáneamente, pero planteando cada uno de ellos una crítica a la tradición desde diferentes puntos de vista.

 

En el teatro también  se verificó durante el siglo XIX una serie de movimientos de reforma estética. En este sentido, todos estos movimientos comparten con las artes visuales el rechazo del viejo modelo. Cabe recordar que este modelo escénico-visual del teatro se basa en un naturalismo, es decir, en un tipo de escenografía que intenta reproducir espacios reales. El uso de rompimientos realizados pictóricamente con las técnicas de representación en perspectiva constituye el molde típico y normalizado para toda puesta en escena desde fines del Renacimiento hasta mediados del Romanticismo, cuando irrumpen las vanguardias. La protesta de las vanguardias contra este molde estandarizado fue caracterizado como una fuerte crítica contra el ilusionismo, tal el término que emplearon los vanguardistas para designar, con tono despectivo, a la escenografía de rompimientos. En efecto, los rompimientos, esos telones planos recortados a modo de arcos, pintados según las normas de la perspectiva, crean la ilusión de profundidad y volumen en un escenario que tal vez no es muy profundo.

 


3.Debemos recordar que la luz eléctrica se conocía desde hacía algunas décadas. En efecto, ya en la Ópera de París se había utilizado una lámpara de arco eléctrico para un efecto durante una representación de Le Prophete de Mayerbeer en 1849. Sin embargo, el gran consumo que requería la luz de la lámpara de arco y el rápido desgaste de los carbones que producía la chispa luminosa hizo impracticable su aplicación masiva.


4.Rinaldi, Mauricio, “Historia de la iluminación escénica”.


5.Las poéticas fueron frecuentemente expresadas en tratados escritos por filósofos, artistas o estudiosos del arte, y tuvieron gran difusión durante el siglo XVIII. Véase Aumont Jacques, La estética hoy, pág. 100 y ss.

 

 

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