viernes, 24 de octubre de 2014

La luz y el espacio escénico: los antecedentes de una poética lumínica (Parte V)





 

Este trabajo ha sido presentado en el Primer Congreso Nacional de Escenografía, Universidad Nacional del Centro, Argentina, 2013. Publicado en la revista EscenaUno, Universidad Nacional del Centro, N° 1, junio de 2014.

 

Mariano Fortuny (Granada, España, 1871 – Venecia, Italia, 1949). Pintor, escenógrafo, diseñador textil y fotógrafo, su objetivo es el de imitar la luz natural en el escenario, lo cual no era posible con los medios de su época. Respecto de la luz en la naturaleza observa dos aspectos: la luz directa del sol que incide sobre la tierra con rayos paralelos, y la luz difusa reflejada por la bóveda celeste. La combinación de estas dos iluminaciones, o la sola luz difusa, puede iluminar bien cualquier espacio. Los rayos directos no pueden iluminar bien un espacio a no ser que cubran todo el espacio o incidan sobre superficies claras que reflejen luz indirecta. Por otra parte, los cielos pintados no tienen la profundidad del espacio real y están pintados con el mismo grado de claridad que los demás elementos escenográficos. Además, estos cielos son inmóviles: siempre presentan las mismas nubes, el mismo sol y la misma luna. Por ello, comienza a experimentar con luz difusa o indirecta, para lo cual diseña paneles planos pintados de blanco opaco o revestidos con cintas de seda coloreada que permite diferentes soluciones cromáticas iluminados con luz de arco cuya dominante cromática es cercana a la del sol.

Pero su mayor aporte es la cúpula que diseña como cierre visual escenográfico (conocida precisamente como la cúpula Fortuny). Se trata de un cuarto de esfera pintada en su parte cóncava de blanco opaco, la que, al ser iluminada, refleja sobre la escena una luz intensa y difusa (7). La “luz de cúpula” combinada con la luz indirecta producida por los paneles o la luz directa de los proyectores, permite diferenciar ente cielo y tierra, y pensar la puesta en escena en términos de infinito atmosférico. La envolvente escenográfica (cúpula o ciclorama) es coherente con los desarrollos escenográficos que proponen elementos tridimensionales para la creación de espacios que comienzan a reemplazar a los telones pintados a partir del último cuarto del siglo XIX. Todo esto se da en paralelo con la mecanización del escenario que acompaña una nueva visión de la escenografía: espacio como realidad tridimensional articulada, practicable y funcional, modelada por medio de la luz.

Por último, también desarrolló proyectores para simular efectos atmosféricos creíbles como nubes en movimiento y las diferentes fases de la luna. La cúpula Fortuny se presentó por primera vez en el pequeño teatro de la condesa de Béarn, en París en 1906. Su uso fue breve debido a los problemas de montaje y de mantenimiento que presentaba, además de inutilizar la iluminación cenital y lateral, así como impedir el funcionamiento de las varas del peine de escenario.

 

7.La idea de envolvente escenográfica curva tiene su antecedente en otros ámbitos como los planetarios y “panoramas” surgidos en Europa y Estados Unidos a fines del siglo XIX. Se trataba de dispositivos montados en edificios especialmente diseñados (las rotonde o rotondas) donde el público se desplazaba frente al paisaje representado en una superficie curva: el ciclorama. La luz eléctrica transformó el panorama en pantalla de proyección de fotografías o películas cinematográficas. Posteriormente, el ciclorama blanco fue introducido en el escenario como reemplazo de la cúpula Fortuny ya que permitía mayor operatividad escenotécnica.