Este trabajo
ha sido presentado en el Primer Congreso Nacional de Escenografía, Universidad
Nacional del Centro, Argentina, 2013. Publicado en la revista EscenaUno, Universidad
Nacional del Centro, N° 1, junio de 2014.
Mariano
Fortuny (Granada, España, 1871 – Venecia, Italia, 1949). Pintor, escenógrafo,
diseñador textil y fotógrafo, su objetivo es el de imitar la luz natural en el
escenario, lo cual no era posible con los medios de su época. Respecto de la
luz en la naturaleza observa dos aspectos: la luz directa del sol que incide
sobre la tierra con rayos paralelos, y la luz difusa reflejada por la bóveda
celeste. La combinación de estas dos iluminaciones, o la sola luz difusa, puede
iluminar bien cualquier espacio. Los rayos directos no pueden iluminar bien un
espacio a no ser que cubran todo el espacio o incidan sobre superficies claras
que reflejen luz indirecta. Por otra parte, los cielos pintados no tienen la
profundidad del espacio real y están pintados con el mismo grado de claridad
que los demás elementos escenográficos. Además, estos cielos son inmóviles:
siempre presentan las mismas nubes, el mismo sol y la misma luna. Por ello,
comienza a experimentar con luz difusa o indirecta, para lo cual diseña paneles
planos pintados de blanco opaco o revestidos con cintas de seda coloreada que
permite diferentes soluciones cromáticas iluminados con luz de arco cuya
dominante cromática es cercana a la del sol.
Pero su mayor aporte es la cúpula
que diseña como cierre visual escenográfico (conocida precisamente como la cúpula Fortuny). Se trata de un cuarto
de esfera pintada en su parte cóncava de blanco opaco, la que, al ser
iluminada, refleja sobre la escena una luz intensa y difusa (7). La “luz de
cúpula” combinada con la luz indirecta producida por los paneles o la luz
directa de los proyectores, permite diferenciar ente cielo y tierra, y pensar
la puesta en escena en términos de infinito atmosférico. La envolvente
escenográfica (cúpula o ciclorama) es coherente con los desarrollos
escenográficos que proponen elementos tridimensionales para la creación de
espacios que comienzan a reemplazar a los telones pintados a partir del último
cuarto del siglo XIX. Todo esto se da en paralelo con la mecanización del
escenario que acompaña una nueva visión de la escenografía: espacio como
realidad tridimensional articulada, practicable y funcional, modelada por medio
de la luz.
Por último, también desarrolló proyectores para simular efectos
atmosféricos creíbles como nubes en movimiento y las diferentes fases de la
luna. La cúpula Fortuny se presentó por primera vez en el pequeño teatro de la
condesa de Béarn, en París en 1906. Su uso fue breve debido a los problemas de
montaje y de mantenimiento que presentaba, además de inutilizar la iluminación
cenital y lateral, así como impedir el funcionamiento de las varas del peine de
escenario.
7.La idea
de envolvente escenográfica curva tiene su antecedente en otros ámbitos como
los planetarios y “panoramas” surgidos en Europa y Estados Unidos a fines del
siglo XIX. Se trataba de dispositivos montados en edificios especialmente
diseñados (las rotonde o rotondas)
donde el público se desplazaba frente al paisaje representado en una superficie
curva: el ciclorama. La luz eléctrica transformó el panorama en pantalla de
proyección de fotografías o películas cinematográficas. Posteriormente, el
ciclorama blanco fue introducido en el escenario como reemplazo de la cúpula
Fortuny ya que permitía mayor operatividad escenotécnica.