Este
trabajo fue presentado en el XVIII CONGRESO INTERNACIONAL DE TEATRO IBEROAMERICANO Y ARGENTINO, Buenos Aires, 4 al 8 de agosto de 2009.
Introducción
Las industrias
culturales son un fenómeno propio del siglo XX respecto del cual han dado
cuenta Theodor Adorno y Max Horkheimer en su Dialéctica de la Ilustración. En esta obra sus autores proponen la
idea de industria cultural para
denunciar una situación social. En este sentido, la expresión “industrial
cultural” oculta una contradicción, dado que la industria y la cultura se
oponen, por lo cual debe definirse cada una de ellas a fin de establecer luego
sus relaciones. Por una parte, la industria es una actividad basada en
estrategias de estandarización, de normas homogeneizantes, en la cual cada individuo
debe ajustarse al sistema de producción serial, perdiendo su propia identidad.
En la industria el individuo pierde su capacidad de actuar libremente ya que su
comportamiento debe coincidir con aquello prescripto por la normalización. Así,
en la industria opera la heteronomía. Por otra parte, la cultura es el conjunto
de valores que rige el acontecer social a través de un plexo simbólico,
permitiendo a los individuos identificarse con su grupo social, pero también
considerarse a sí mismos y a sus semejantes como sujetos únicos. En la cultura
los individuos pueden expresarse libremente y desarrollar sus capacidades que
lo tornan un ser único. De esta manera, en la cultura se desarrolla la
autonomía. Es decir, si la industria identifica compulsivamente a los sujetos
sociales entre sí, la cultura establece entre los sujetos una tensión entre
identificación e individualización. O, mejor aún, en la cultural el término
“identidad” indica una tensión entre la igualación y la diferenciación entre
sujetos.
Por otra parte, los
intercambios culturales entre los miembros de una sociedad se verifican a
través de sus producciones, las cuales adquieren proporciones de masa desde
mediados del siglo XIX. Por ello, y desde el punto de vista histórico, cabe
preguntar por el origen de las industrias culturales. En este sentido, se
considerará la ópera como tipo de producción normalizada e industrializada, y
se intentará demostrar que constituye el primer arte, junto con la aparición de
la imprenta, que en la Modernidad propone el modelo de producción cultural
normalizada, siendo este género teatral el antecedente de las actuales
industrias culturales. El estudio se orientará hacia el desarrollo de técnicas
y tecnologías, algunas propias del arte, como la representación en perspectiva,
y otras de uso en otras actividades, como las técnicas de navegación. Desde el
punto de vista de la relación producción-recepción, se hará también referencia
al surgimiento del empresario teatral (figura que aparece primeramente en la
ópera) y al acceso del público masivo (fuera de la corte).