lunes, 28 de febrero de 2011

Curso Integral de Iluminación Arquitectural-Edición 2011


© Vilma Santillán (texto)

En el marco del año académico 2011 Estudio ARS LUX presenta, junto con Turismo y Teatro en Argentina, la edición 2011 del Curso Integral de Iluminación Arquitectural. Este curso es presencial, teórico-práctico, con una duración cuatrimestral (de abril a julio). No se necesitan conocimientos previos para realizarlo. Está dirigido a iluminadores, arquitectos, diseñadores de interiores, decoradores, técnicos y escenógrafos que deseen tener conocimientos generales y prácticos sobre la iluminación arquitectural en sus diversas aplicaciones.

El curso desarrolla las características tecnológicas de la iluminación arquitectural, el tratamiento estético y expresivo del espacio mediante la luz, y las bases del diseño de iluminación aplicadas a las diversas tipologías arquitecturales.

Mauricio Rinaldi y docentes del staff de ARS LUX están a cargo del dictado del curso, el cual se dictará en la sede del Estudio ARS LUX en la ciudad de Buenos Aires, en la calle Chile 1348, 1° D.

La inscripción para este curso ya está abierta. Se entrega certificado de asistencia.


miércoles, 23 de febrero de 2011

Convocatoria para IFA 2011



© Vilma Santillán (texto)

Ya está abierta la convocatoria para participar de la edición 2011 de Inteatro Festival Academy-IFA en la ciudad de Polverigi, Ancona, Italia, que se realizará entre abril y junio de este año.

IFA es un programa de investigación y entrenamiento profesional fundado en 2006 por Inteatro, el cual ofrece la oportunidad a jóvenes realizadores teatrales de todo el mundo de trabajar con artistas teatrales y de la danza de renombre internacional. Para este año, la propuesta incluye la realización de tres talleres diferentes en los cuales cada uno de sus directores expondrá sus propios lenguajes escénicos y métodos de trabajo. Al finalizar cada taller, se seleccionarán dos proyectos que serán presentados en el Festival Internacional Inteatro de Polverigi entre el 28 de junio y el 2 de julio. Los artistas a cargo de los talleres son: Geraldine Pilgrim (del 18 de abril hasta el 1 de mayo), Gustavo Frigerio (del 16 hasta el 29 de mayo) y Cláudia Dias (del 31 de mayo hasta el 13 de junio). Para participar en los talleres hay disponibles 12 vacantes. Cada participante puede realizar uno o más talleres. Se reciben inscripciones hasta el 4 de marzo.


[+ info en: www.inteatro.it/IFA ; consultas: info@inteatro.it ]

sábado, 19 de febrero de 2011

Teatro Colón 2010: balance de una reapertura (Parte II)

© Mauricio Rinaldi

A partir de la promulgación de la ley de Autarquía del Teatro Colón, un número que ha ocupado obsesivamente las mentes de diversos funcionarios del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se ha erigido como un espectro amenazante sobre el personal del teatro: 808. En efecto, este número indica la cantidad total de personas con las que se pretende hacer funcionar el Teatro Colón. El debate no es nuevo sino que ha tenido diferentes formulaciones en otros gobiernos y direcciones anteriores a los actuales, pero el problema que siempre se suscita es el del dimensionamiento (o sobredimensionamiento o subdimensionamiento) del Colón. ¿Cuánta gente hace falta para que funcione bien? En general, las respuestas han arrojado sólo un número de empleados, a veces más alto, a veces más bajo. Pero, una respuesta seria en este sentido sólo puede darse a partir de la propuesta de un modelo de teatro, lo cual implica pensar en modos de producción y en planes de gestión a largo plazo. Son varios los aspectos a considerar.

Para producir ocho o nueve títulos de ópera que sólo se representarán cuatro o cinco veces, tres o cuatro títulos de ballet con la misma cantidad de representaciones y veinte conciertos sinfónicos cada uno con una representación (que es lo que el Colón ofreció en sus últimos años hasta el 2006), ¿cuántas personas hacen falta?, ¿cómo medir esta cantidad en una actividad cuyos ritmos de producción son fluctuantes? Como sabemos, la producción una ópera o de un ballet tiene condiciones que pueden ser diferentes de un título a otro; no es igual la producción del Fausto que la de La Medium, tanto en términos artísticos como escenotécnicos. Así, en un esquema muy simplificado, la cantidad de personal necesario para hacer funcionar un teatro como el Colón, podría determinarse mediante la elección de títulos que impliquen una cantidad determninada. Como vemos, esto es contrario a la lógica de la programación de una temporada; no se pueden elegir títulos sobre la única base de la cantidad de personal disponible (al menos, este no puede ser el criterio adoptado por un teatro como el Colón).

Otro aspecto del problema es el modo de producción. El Teatro Colón ha sido desde la década de 1930 un teatro de autoproducción, con cuerpos artísticos, secciones escenotécnicas y administrativas estables, y con talleres propios. Y lo ha sido hasta su cierre en 2006 con períodos de alta calidad en sus producciones (y, también, con evidente decadencia en los últimos años). Hoy, las actuales autoridades apuntan a transformar el Colón en un teatro de alquiler con mínima producción propia. Esto es algo que fácilmente puede deducirse de las obras de remodelación edilicia: la configuración de los espacios es la manifestación de un tipo de ordenamiento social.

Estos breves comentarios no alcanzan a dar respuestas a los interrogantes planteados; sólo quieren exponer algunas líneas de razonamiento sobre la gestión de un teatro de ópera. Sin embargo, hay aspectos de la temporada de reinauguración 2010 del Teatro Colón que son cuestionables respecto de la gestión, pero que se resumen en una sola actitud: la falta de comunicación entre el personal y la dirección del teatro. Al hablar con mis colegas de trabajo, no son pocos los que expresan que tal vez estarían mejor si se los trasladase a otro ámbito del Gobierno de la Ciudad, o que estarían dispuestos a jubilarse aquellos que ya están en condiciones de hacerlo. No sé si 808 es mucho o poco (por qué no 1.300 o 600); no sé si es mejor la autoproducción o el alquiler. Por ello, no se comprende por qué la dirección del teatro no establece conversaciones con el personal, ya que de ese modo naturalmente se obtendría una reducción de personal. Pero no; los métodos han sido inhumanamente administrativos: se han cursado intimaciones de “invitación” a jubilarse a poco de reabrirse el teatro, se han sancionado a diversos empleados por diversos motivos, los más subrayados, de tipo gremial. A esto debemos agregar la contradictoria situación de la reducción de personal de portería junto con la contratación de un servicio privado de personal de vigilancia que no sólo está en la entrada del teatro, sino que también se lo encuentra por los pasillos internos. Si la idea es reducir personal para reducir costos, ¿por qué se contrata a esta gente? La misma situación se observa con el personal de limpieza. Pero, retomando la línea, el discurso oficial habla de un pequeño grupo de revoltosos que impide el normal funcionamiento del Colón. El debate sería largo para una buena comprensión de esta situación. Lamentablemente, los hechos han llevado a un paro por tiempo indeterminado anunciado a fines de noviembre último, siendo la respuesta de la dirección la cancelación de lo poco que restaba de la temporada. A partir de allí, una gran parte del público y de la opinión pública adoptó una actitud de rechazo frente al personal del teatro. Es comprensible, y creo que deberíamos evaluar con suma prudencia este tipo de acciones. Pero también quisiera invitar al público a reflexionar sobre lo siguiente: cuando en 6 meses no se han podido instrumentar instancias de diálogo, ¿la responsabilidad es sólo del personal?; ¿cómo evalúa el público y la opinión pública la gestión de las autoridades?

Creo que el mal estado del Colón hoy es responsabilidad compartida; todos somos el Colón: la dirección (que debe administrar correctamente los recursos humanos, financieros y patrimoniales del teatro), el personal (que debe responder a las exigencias de la temporada, sin por ello descuidar sus derechos) y el público (que con sus impuestos sostiene el edificio, el personal y la dirección del Teatro Colón). Lamentablemente, no veo que estén dadas las condiciones para un debate serio y profundo. Sólo espero que el 2011 sea un año en el que Colón pueda salir adelante.

sábado, 12 de febrero de 2011

Haciendo teatro a pedal

© Mauricio Rinaldi

Cuando vamos al teatro estamos habituados a presenciar el espectáculo cómodamente sentados en una butaca, y muchas veces aprovechamos esta oportunidad para relajarnos, por ejemplo, luego de un día de trabajo. Pero, otra idea es la del arquitecto y diseñador Petar Bojovic, quien diseñó un teatro en el cual los espectadores deben pedalear en una bicicleta fija para producir la energía eléctrica necesaria para la iluminación, el sonido y otras necesidades que requieran electricidad. En efecto, los espectadores son invitados a presenciar el espectáculo sentados sobre una bicicleta, la cual genera aproximadamente 200watt/hora. La única fuente de energía es así la fuerza física del público, la cual es transformada en electricidad mediante generadores. La energía que no se utiliza puede ser almacenada para su posterior aprovechamiento. De esta manera, el objetivo es que la audiencia tenga un momento de gimnasia, pero, principalmente, que tome conciencia comunitaria.






Para el desarrollo de este proyecto, Petar Bojovic formó un equipo integrado por Natasa Prica y Jelena Grujic. Una estructura de madera aloja las bicicletas-dínamo y sus espectadores-ciclistas. En palabras de Bojovic este teatro, bautizado Boomamara, "pone a la audiencia y a los artistas en una nueva relación de interdependencia, que aumenta el trabajo en equipo y la conciencia comunitaria"; además, "ofrece un espacio para experimentos sociales de los propios artistas, que pueden tener un contacto directo con la audiencia y examinar de cerca la aceptación o las reacciones a su trabajo".




 Petar Bojovic egresó con un Master en 2008 de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Belgrado. Trabajó como asistente de estructuras arqutiectónicas y realizó diversos proyectos de arquitectura residencial, de espacios públicos y hoteles, tanto en forma individual como grupal. Participó en diversos concursos de diseño obteniendo premios y menciones.



Pueden verse las bases conceptuales de este teatro en http://www.behance.net/gallery/JimAuditorium-Boobamara/708756 y un video en http://www.youtube.com/watch?v=cLEnJFKyQZA

Para contacto, escribir a petarbojovic07@gmail.com

sábado, 5 de febrero de 2011

Teatro Colón 2010: balance de una reapertura (Parte I)

© Mauricio Rinaldi

En su libro El artesano, el sociólogo Richard Sennett nos dice que “Toda artesanía es trabajo impulsado por la calidad.” (pág. 36) y que los artesanos “… se dedican a hacer bien su trabajo por el simple hecho de hacerlo bien.”, de modo que “El artesano representa la condición específicamente humana del compromiso.” (pág. 32). La conclusión es, entonces, fácilmente formulable: el artesano es aquella persona que se compromete con su trabajo para lograr un producto de calidad. ¿Qué nos aporta este concepto en el análisis de la temporada de reapertura del Teatro Colón?

El 24 de mayo se reinauguró el Teatro Colón de Buenos Aires luego de cuatro años de permanecer cerrado para su remodelación. Llegar a esta reapertura fue tarea difícil, tanto para los funcionarios de la ciudad de Buenos Aires, como para el personal del teatro, ya que todos debimos trabajar en condiciones inadecuadas por la falta de tiempo. Así, surgieron diversos comentarios, algunos a favor de este proceso, en contra otros. En efecto, fueron varias las voces que expresaron “el 25 se abre y el 26 se cierra”. Esta expresión no carecía de fundamento, ya que, desde el punto de vista de las autoridades, lo único que parecía importante era abrir el 25 de mayo aún cuando muchas de las obras de remodelación no estuvieran finalizadas ni aprobadas. Entre los integrantes del personal hubo quienes opinaron que, no obstante estos faltantes edilicios, era mejor para el Colón abrir que permanecer cerrado. El discurso oficial del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires hizo gala de las obras, mostrando imágenes en televisivas y haciendo una campaña de afiches callejeros con la expresión “El Colón para todos”. La información brindada a la ciudadanía sobre las virtudes de restauración edilicia, en principio correcta, era, sin embargo incompleta, ya que sólo se hacía mención a las zonas de publico: el foyer, el salón dorado, la sala y sus espacios asociados, pero no mencionaba nada de los problemas que había detrás de telón, donde la opinión pública no ve. Así, el flamante piso del escenario mostró algunas tablas flojas a la semana siguiente de la reapertura y desniveles entre el disco giratorio y el piso circundante; el sistema de apertura y cierre del telón se trabó en la segunda función, con lo que el público pudo observar todos los cambios técnicos durante los intervalos de “La Boheme”; la flamante consola de iluminación de última generación necesitó varios ajustes en su software; algunas baldosas de los pisos de los pasillo laterales del escenario se aflojaron; una plataforma del foso de orquesta arrancó un listón del borde de la baranda que lo separa de la primera fila de platea por subir desviada de la vertical; la consola de maquinaria que controla los sistemas de montaje de escenario tuvo varias fallas de funcionamiento; hay circuitos de iluminación escénica cuyos números de identificación no coinciden con los indicados en los planos de obra; los nuevos montacargas (que tanto debate produjeron en su momento) no funcionaron en varias oportunidades (hace pocos días el auxiliar del costado del escenario volvió a funcionar y su tapa presentó un desnivel con respecto al piso, siendo peligroso para la circulación del personal); algunos pisos de salas de ensayo son inadecuados para el ballet. Sólo cabe cerrar este párrafo con un etcétera cuya longitud aburriría al lector (o tal vez no).

A esta incompleta lista de detalles funcionales hay que agregar otra de problemas operativos, como, por ejemplo, la ubicación de los dimmers de regulación de iluminación eocénica en un espacio lateral del escenario lo cual lo invalida para otros usos mejores desde el punto de vista del movimiento de un espectáculo; la instalación de la consola de iluminación escénica en el antepalco del palo bajo 2 (inmediatamente al costado derecho de la entrada a platea), lo cual priva al público de una excelente ubicación y no aporta mejoras en las tareas de iluminación escénica; los talleres de maquinaria y escenografía cuya reconstrucción aún no ha comenzado; y nuevamente un etcétera que me excusa de prolongar el párrafo.

Si solamente se tratara de problemas edilicios, uno podría llegar a soportar ese estado de cosas con la esperanza de que estos problemas se vayan subsanando, considerando que, a partir de comentarios de algunos responsables de las obras que se sinceraron extraoficialmente con miembros del personal del Teatro, el Colón aún no está terminado. Sin embargo, paralelamente a estas circunstancias materiales debemos lamentar otras, más graves, de tipo humano. En efecto, las relaciones entre la dirección del teatro y su personal no han sido buenas ya desde el inicio. Retomando las ideas iniciales sobre el artesano y la artesanía, no veo que en el Colón, en su conjunto de dirección y personal, hayamos logrado un buen producto de calidad. Trataremos estos temas en la segunda parte de esta nota.