martes, 26 de agosto de 2014

La luz y el espacio escénico: los antecedentes de una poética lumínica (Parte III)





 

Este trabajo ha sido presentado en el Primer Congreso Nacional de Escenografía, Universidad Nacional del Centro, Argentina, 2013. Publicado en la revista EscenaUno, Universidad Nacional del Centro, N° 1, junio de 2014.

 

Desde el punto de vista de la iluminación escénica, nos interesa analizar algunos autores que han cuestionado la tradición visual del teatro barroco a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Estos cuestionamientos son, en algunos casos, impulsados por consideraciones sobre la dirección actoral, y, en otros casos, desarrollados a partir de una reforma sobre los aspectos visuales de la puesta en escena, pero, en todos los casos, los resultados han sido la eliminación de la estructura barroca de la imagen escenográfica. Recordemos brevemente las críticas al ilusionismo escenográfico: el actor actúa delante de la escenografía y no dentro de ella; de lo anterior, se infiere que el actor está imposibilitado de retroceder hacia el fondo del escenario para evitar la contradicción del cambio en las proporciones entre el actor y los elementos escenográficos; el actor es tridimensional y la escenografía es bidimensional; el actor es dinámico y la escenografía es estática; en escena hay una luz real emitida por las velas, candiles o mecheros de gas, y hay una luz fingida pintada en la escenografía; por último, la luz de proscenio produce sombras del actor sobre el cielo pintado del fondo. Cabría preguntar si las nuevas propuestas estéticas de las vanguardias hubieran sido posibles sin el desarrollo de la luz eléctrica. No podemos especular sobre los hechos de la historia, aunque podemos afirmar que la luz eléctrica acentuó las contradicciones visuales de la escenografía de rompimientos. En efecto, la luz eléctrica, con su mayor intensidad y la posibilidad de iluminar con luz directa, acentuó estas contradicciones, ya que las costuras de los telones, así como sus pliegues, arrugas y escamas se hacían más evidentes,  al igual que las sombras del actor proyectadas sobre el fondo. Además, la escenografía pictórica de Barroco estaba realizada con un dibujo nítido (en términos plásticos, cerrado) ya que estaba pensada para recibir una iluminación difusa y de baja intensidad producida por la gran cantidad de velas o candiles distribuidos en todo el escenario. La iluminación eléctrica dejó a la vista del público una pintura que aparecía como elemental y de tosca factura. Sin embargo, podemos estudiar el modo en el que esta nueva tecnología de la iluminación afectó las concepciones vanguardistas en el teatro. Se trata, entonces, de analizar la interacción de la luz con el espacio a partir de la luz eléctrica, es decir, la relación dialéctica entre estética y técnica propia de todo arte, con lo cual el teatro será visto sub specie lucis, según la expresión de Hans Sedlmayr (6). Son estas propuestas las que estudiaremos a continuación.

 

6.Seldmayr, Hans, La luce nelle sue manifestazione artistiche, Aesthetica, Palermo, 1989.