Teatro Grimani (Venecia, Italia, s. XVII)
Este
trabajo fue presentado en el XVIII CONGRESO INTERNACIONAL DE TEATRO IBEROAMERICANO Y ARGENTINO, Buenos Aires, 4 al 8 de agosto de 2009.
El espectáculo
comienza cuando usted paga
Por lo general, se
considera que la apertura de los museos al público general a partir de la
revolución francesa en la década de 1780 marca el inicio de la democratización
del arte. Sin embargo, hay un antecedente anterior: el empresario teatral. La
figura de este actor social surgida a mediados del siglo XVII en Venecia es
posible por la conjunción de 2 (dos) circunstancias. Por un lado, el desarrollo
de la burguesía, grupo formado por pequeños (y no tanto) comerciantes que se
encuentran en condiciones de destinar dinero sobrante (ganancias) a la compra
de producciones “no vitales“. Por otra parte, la aristocracia ya no está en
condiciones de sostener los altos costos de un teatro de corte, cuyo desarrollo
ha llegado a proporciones desmesuradas para la actividad de palacio. De esta
manera, los artistas (compositores, músicos, cantantes y escenógrafos) que
antes estaban al servicio de un mecenas, deben ahora vender su trabajo a otra
persona que a su vez lo revende obteniendo un beneficio económico: el
empresario teatral. El arte escénico comienza así a mercantilizarse masivamente.
Si bien es verdad que
ya a mediados del Renacimiento se observan indicios de un arte mercantilizado,
es en el terreno del teatro, y especialmente en el de la ópera, donde se dan
plenamente las características de una industria cultural.