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Mauricio Rinaldi (texto), Vilma Santillán (fotografía)
El viernes 28 de septiembre pasado la compañía
Lírica Lado B estrenó la ópera Suor Angelica, de Giacomo Puccini,
en la capilla de la iglesia Santa Felicitas del barrio de La Boca. Se trata de
una producción de especiales características por diversos factores.
Por una parte, desde el punto de vista musical,
debemos destacar el excelente resultado que el director de orquesta, Ezequiel
Fautario, logró concertando a músicos, cantantes solistas y coro en un todo de equilibrio
sonoro difícil de obtener en un espacio no convencional para la música. El coro
Regina Coeli dirigido por el maestro Fermín Prieto acompañó muy bien a las
cantantes Daniela Tabernig (Sor Angelica), Alejandra Malvino (la tía
Principessa), Carina Höxter (Sor Genoveva), Ayelén Regalado (Sor Osmina),
Susana Gómez (conversa/Sor Dolcina), Varónica Cano (Abadesa), Mairin Rodríguez
(la celadora), Roxana Devigiano (la maestra de novicias), Vanina Guiledo (la
enfermera), Romina Jofré (mendiacante), Myriam Casanova (mendicante), Natalia
Bereskyj (conversa/novicia) e Isabella Pascucci Belgrano (novicia).
Por otra parte, desde el punto de vista visual, la
puesta en escena dirigida por Ximena Belgrano Rawson encontró el ámbito natural
para esta obra, ya que, tratándose de una historia de monjas, la capilla
proveyó una escenografía natural para la acción teatral. La utilería realizada
por Neftalí Boto y coordinada por Lucrecia Ruiz Moreno completó la
ambientación. Por su parte el vestuario del Teatro Argentino de La Plata
supervisado por Alicia Gumá con la asistencia de Valentina Maldonado y la
caracterización de Carolina Siliguini presentaron personajes en el estilo del
libreto. En este sentido, las monjas
ocuparon el altar principal de la capilla y el público se ubicó en la nave
central con una orientación ligeramente asimétrica. La orquesta se ubicó detrás
del público y el coro en la parte superior (también conocida como coro). En
todo momento, las hermanas de la obra actuaron con candelabros en sus manos,
cuyas velas produjeron una sugestiva iluminación. Si bien el uso de velas
reales en escena puede parecer una buena apuesta estética, el hecho es que no
siempre resultan en una buena visibilidad. Por ello, en esta producción hubo un
sutil apoyo de luces (dado por un sistema de iluminación escénica de uso
habitual) que Rodrigo Parise supo equilibrar en una imagen de ambientación
acorde al estilo de la puesta. Así, los efectos de luces se producían por la
ubicación de los candelabros que las monjas definían en diferentes momentos del
drama, a veces en sus propias manos, a veces en el piso, a los cuales se unía
el acompañamiento complementario de la iluminación escénica. Aprovechando los
vitrales de la capilla (que siempre estuvieron oscuros, en un momento se dejó ver uno de ellos con la
representación de la piedad iluminándolo desde la parte exterior de la capilla,
ofreciendo un marco escenográfico al estilo de una proyección.
Para quienes nos interesa la iluminación, es
recomendable ver esta puesta en escena ya que allí se combina la antigua luz de
velas con la actual luz eléctrica de escena, mostrando un ensamble armonioso de
técnicas de diferentes tiempos.
Próximas funciones: 5 y 7 de octubre.
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