lunes, 29 de marzo de 2010

Faltan 56 días para la reapertura del Teatro Colón


© Mauricio Rinaldi (texto) – Aldo Sessa (fotografía)

Pocos días atrás las autoridades de la ciudad de Buenos Aires anunciaron que la reapertura del Teatro Colón se llevará a cabo el día 24 de mayo (y no el 25 como estaba previsto), con el fin de no superponer la reinauguración de esta casa lírica con los festejos del bicentenario argentino. Este inesperado cambio en la agenda coincide con la profundización del problema del personal trasladado al haberse conocido en la misma semana novedades respecto de las secciones escenotécnicas disueltas. En este sentido, la lista de personas involucradas en este grave problema fue dividida en dos partes: la de las personas que regresarán al teatro y la de las personas que pasarán al RAD. Pero, ¿qué es el RAD?; es el Registro de Agentes en Disponibilidad. Según lo informaron representantes gremiales del Colón, se trata de una dependencia del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a la cual son destinados sus empleados para ser reubicados en otros puestos municipales. Pero, también según estos representantes gremiales, esta reubicación no es gestionada por el RAD, sino que deben hacerla los mismos agentes trasladados, los que quedarán cesantes si no logran ser aceptados en otro lugar de la municipalidad en un tiempo determinado.

El proceso de reestructuración que está sufriendo el Teatro Colón respecto de su personal evidencia así desprolijidades y falta de trato humano en la gestión de un asunto que siempre resulta sumamente delicado en cualquier ámbito laboral: la reestructuración. En medios periodísticos y en la misma opinión pública, el problema de la cantidad de personas necesarias para hacer funcionar el Colón ha sido frecuentemente generador de acalorados debates. ¿Cuántas personas son necesarias para que el Teatro Colón pueda ofrecer sus temporadas?, ¿son las 1300 que tuvo hasta su cierre en 2007?, ¿son las 808 que propuso el maestro Pedro Pablo García Caffi al asumir la dirección del teatro en 2008?, ¿deben ser más de 1300 o pueden ser menos de 808 personas? Estas preguntas no pueden ser respondidas por sí solas como si se tratara del desciframiento de un número mágico. El número de personas necesarias que hace funcionar al Teatro Colón debe determinarse a partir de un modelo de teatro, planteo que muchas veces fue presentado en asambleas gremiales y tratativas con autoridades oficiales. Sin embargo, nunca se supo cuál era ese modelo de teatro. ¿Será que no interesa resolver este asunto?

Al hablar de reestructuración el tema de concursos y/o reconcursos suele causar rechazos irracionales por parte de los empleados del teatro. Hay quienes se preguntan por qué deberían reconcursar su puesto luego de tantos años en él. Sin embargo, este pánico al concurso no es del todo irracional, sino que tiene su base en las demasiado frecuentes manipulaciones que dichos concursos han mostrado desde siempre; manipulaciones orientadas a promover el ingreso de quienes cuentan con el beneplácito de jefes, directores o autoridades de turno, y no de quienes demuestran la capacidad para un puesto. Es decir, es el miedo a perder un concurso por causa del clientelismo. A esto hay que agregar que la falta sistemática de formación profesional escenotécnica produce un entendible temor para enfrentar un interrogatorio cuyas respuestas no se sepan fundamentar (aunque se sepa realizar perfectamente la tarea para la que se concurse). Un teatro como el Colón debe apuntar a tener el mejor personal. Pero ya son conocidas las manipulaciones tales como preguntar qué es un clavo si un jurado quiere que alguien responda adecuadamente, o preguntar cómo se distribuye la carga en una vara de 6 cuerdas cuando se le cuelga un telón de 300kg si dicho jurado se empecina en que alguien no gane el puesto. Ahora que los rumores sobre futuros concursos en el nuevo Ente Autárquico Teatro Colón dibujan un borroso fantasma sobre el fondo desconocido, cabe preguntar si, de realizarse concursos, éstos no presentarán las viejas maniobras dentro del nuevo molde administrativo.

En innegable que los concursos son la manera más adecuada de acceder a un cargo. Con ellos se garantiza que las diferencias profesionales sean legitimadas y reconocidas, estableciendo una armonía en el ecosistema laboral. Pero estos concursos deben desarrollarse con transparencia. ¿Cómo hacer entonces? Una posible repuesta: presentar un interrogatorio al que todos los postulantes deban responder por escrito exactamente las mismas preguntas, y donde cada miembro del jurado deba expedirse por escrito respecto cada uno de los concursantes fundamentando su aceptación o rechazo. Tanto las respuestas de los concursantes como las decisiones del jurado serán publicadas y estarán disponibles para cualquiera que lo solicite. De este modo, toda la información estará disponible ante posibles dudas: qué se preguntó, cómo se respondió y cómo se evaluó. La única manera para que instrumento suene bien es afinar todas las cuerdas con la misma referencia.

[+ info en www.teatrocolon.gov.ar
y en www.habituesdelteatrocolon.wordpress.com ]

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