jueves, 20 de mayo de 2010

Historia de la Iluminación Escénica (Parte V)


© Mauricio Rinaldi (texto) – Imagen: Detalle de un mechero de gas para iluminación.

A continuación presentamos la quinta parte de “Historia de la Iluminación Escénica”, texto escrito por el Lic. Mauricio Rinaldi y publicado por primera vez en el Boletín del Instituto de Investigaciones en Historia del Arte, año 1, n°1, pp.83-94, 2003, Instituto Universitario Nacional del Arte, Buenos Aires.


2.La iluminación escénica en la historia

Romanticismo: la luz a gas

A principios del 1800 se produce la primera gran transformación de la iluminación teatral por medio de la introducción de la luz a gas creada por Philippe Lebon en 1804. Las primeras aplicaciones de esta nueva tecnología se realizaron en Inglaterra, en 1807, en el terreno de la iluminación civil. Hacia 1822 las más grandes ciudades e Inglaterra estaban iluminadas a gas. La iluminación a gas para uso civil llegó a Italia alrededor de 1830.

En el ámbito teatral, la primera noticia de que se dispone es que en 1815 el Covent Garden incorpora la luz a gas para el gran Hall y las escalinatas. En 1817 el Lyceum incorporó la iluminación a gas en todo el escenario. También en 1817, en setiembre, el Drury Lane instala la luz a gas, de lo cual se tienen datos técnicos de interés: el escenario tenía 12 líneas de 18 lámparas (o mecheros de gas) cada una, en el proscenio había 80 de estos mecheros. La ventaja de este sistema era la velocidad y facilidad para regular la intensidad de la luz, ya que esta operación consistía en la manipulación de una válvula que regulaba el paso de gas hacia los mecheros. Por otra parte, en 1822 se utilizó la luz a gas en la Ópera de Paris durante la representación de “Aladino, o la lámpara maravillosa”. Para 1850 todos los grandes teatros e Europa y América disponían de iluminación a gas, aunque muchas veces este sistema convivía con el antiguo sistema de lámparas de aceite.

Al principio el gas se instaló en las mismas posiciones que las lámparas de aceite: proscenio, bastidores y varas. Además, seguía la polémica entre quienes rechazaban lo antinatural de la luz de proscenio y los empresarios y actores que la defendían por la gran cantidad de luz emitida sobre la escena, aunque fuera de pésima calidad estética. En este sentido, la luz de proscenio fue utilizada, en un inicio, igual que las lámparas Argand, sólo que se instalaba un único conducto de gas para alimentar los mecheros; por su parte, cada mechero estaba ubicado dentro e una ampolla de vidrio, teniendo una pantalla para evitar que la luz llegara al público y, al mismo tiempo, reflejar más luz sobre la escena.

Como ya se dijo, la intensidad de la luz se regulaba mediante robinetes, por lo cual el antiguo sistema de hundimiento de la línea de lámparas de proscenio cayó en desuso. Además, se buscaron nuevas variantes para el control de la intensidad y el color: se dispuso de tres líneas de mecheros con alimentación y robinetes independientes; cada fila tenía delante de cada mechero un vidrio de color (verde, para escenas de claro de luna; rojo, para escenas de atardecer; blanco, para escenas diurnas). De esta manera, se podía realizar una mezcla de color a través de la regulación de los robinetes o válvulas de cada color.

Sin embargo, el humo y el olor seguían siendo un problema molesto para los actores y la visión del público. Así, en 1861 la empresa francesa Melon & Lecoq introdujo un nuevo sistema en la Ópera de París. Se trataba de colocar los mecheros por debajo del nivel del piso del escenario, reflejando la luz hacia la escena mediante reflectores espejados, manteniendo los vidrios de color, todo esto acompañado por en tubo de descarga de gases.

Entre 1864 y 1866 el inglés Coleman Defries aporta mejoras. Se trataba de módulos e 60 cm de largo con 6 mecheros cada uno, los cuales podían ensamblarse entre sí en posiciones alternadas: posiciones altas para la iluminación horizontal (o sea, hacia el fondo del escenario) y posiciones bajas para la iluminación vertical (es decir, para la iluminación de decorados). Estos módulos tenían también vidrios de color y tubo de descarga y permitía que sólo se ensamblaran los necesarios para el ancho del escenario.

En 1863 aparece una variante francesa con los mecheros invertidos y el agregado de aire comprimido para mantener la llama hacia abajo y hacerla más luminosa. La ventaja estaba en la seguridad que ofrecía este sistema, ya que si una ampolla se rompía, el aire comprimido apagaba la llama. El color de la luz se obtenía con el método habitual, o sea, con vidrios de color. En 1867 J. H. Chute experimenta un sistema para el color consistente en cilindros de vidrio coloreado que descienden sobre los mecheros, cambiando el color en un instante. El sistema se operaba desde la boca del apuntador y recuerda a los cilindros propuestos por Sabbatini para disminuir la intensidad de las velas.

El gas también se utilizó para iluminación de bastidor. Antes del gas, se utilizaba una columna de perfil en L que sostenía ménsulas con velas o lámparas Argand a distintos niveles de altura. Esto permitía dar más o menos luz sobre la escena girando sobre su eje las columnas. Con el gas, el sistema permanece básicamente el mismo, pero con algunas variantes descriptas por Giovanni Aldini (Memoria sulla illuminazione a gas dei teatri e progetto di aplicarla all’I. R. Teatro della Scala in Milano, 1820). Se trataba de una columna con mecheros y reflectores, columna que también podía girar sobre sí misma, aunque no tanto ya que esto no era del todo necesario por ser la regulación posible a través de los robinetes que alimentaban los conductos de gas. Además, estos sistemas eran móviles, pudiendo ubicarse donde lo necesitara la escenografía. Para ello, los conductos de gas debían ser flexibles, por lo cual se confeccionaban en cuero o caucho. Cabe recordar que la iluminación de bastidor se utilizaba con dos propósitos: iluminar la escena y la escenografía.
Respecto de las varas, es difícil determinar su introducción en el escenario (aunque ya se indicó la sugerencia de Lavoisier a fines de 1700, de montar numerosos quinquets en una vara). Sin embargo, desde principios del 1800 se buscó racionalidad en la iluminación desde arriba, lo cual fue posible por la tecnología de la iluminación a gas. Para ello se creó una luminaria que, en breve, fue adoptada por todos los teatros: se trataba de un dispositivo similar a la luz de bastidor, pero suspendido horizontalmente. Así, el aspecto de este artefacto era una media caña con un tubo con mecheros en su interior, una red metálica de protección y reflectores. El encendido de estas luces era complejo. Al principio se utilizó un hisopo embebido en alcohol; pero, inmediatamente se desarrolló otro sistema: una fila paralela de mecheros pequeños que siempre estaban encendidos delante de los grandes mecheros, haciendo que éstos se encendieran a su vez al abrir el gas. De esta herse a gas derivaron enseguida otras luminarias más pequeñas: por una parte, tramos más cortos de herse que podían ser montadas detrás de elementos escenográficos o en el piso, detrás de practicables (lo cual producía una iluminación cuasi general); por otra parte, un conjunto de mecheros dispuestos en ramillete dentro de una jaula de protección metálica, la cual podía ser ubicada donde se deseara (lo cual producía una iluminación más bien específica).

Sin embargo, la verdadera novedad técnica de la iluminación a gas no fue la mayor intensidad de luz que permitía, sino el cuadro de control. Se trataba de una plancha metálica o “tablero” en la cual se encontraban todos los robinetes que alimentaban cada una de las unidades iluminantes o luminarias. Es decir, este tablero estaba constituido como un punto de distribución de la gran alimentación general de gas a cada una de las luminarias de manera controlada independientemente. El cuadro de control se ubicaba debajo del proscenio, en la escotilla del apuntador, y, en teatros más pequeños donde no existía esta escotilla, se instalaba en el ángulo izquierdo o derecho del escenario, inmediatamente detrás de la boca de escena, donde estaba el apuntador (15).

Por su parte, la iluminación de la sala también se realizaba por medio del gas. Para ello, los mecheros simplemente tomaron el lugar de las velas. Respecto de las velas, éstas siguieron utilizándose como iluminación secundaria o para iluminar los ensayos, montajes y para realizar trabajos de mantenimiento. Un ejemplo de esta situación fue el teatro de La Comedia, donde toda la iluminación era a gas, salvo la luz de proscenio que siguió siendo de velas hasta 1873.


(15) Esto se debía a que el apuntador era quien daba las órdenes a los operadores para producir los cambios de intensidad, e incluso en muchos teatros era el mismo apuntador quien operaba los robinetes.


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