© Mg. Mauricio Rinaldi
Introducción
La primera cosa creada, al menos según el mandato bíblico, es la luz: ¡sea la luz! es la orden de Dios que da existencia a esa energía maravillosa que nos permite ver el mundo develando así sus secretos. En este sentido, la voluntad en la creación es uno de los factores que impulsan el diseño. Pero esta voluntad no se manifiesta arbitrariamente, sino que, desde el punto de vista del diseño, implica un orden en el proceso creativo, es decir, el diseño es un proceso donde la libertad de expresión y la observancia de la disciplina conviven en un equilibrio, o, más precisamente, en una relación dialéctica. Así, la idea de una creación ex nihilo parece difícil, ya que toda autonomía se relaciona con la heteronomía que la contextualiza.
Una relación problemática
Debemos esclarecer, ante todo, esta expresión, tantas veces utilizada y en ocasiones poco comprendida: “relación dialéctica”, ya que es fundamental para el proceso de diseño. Una relación dialéctica es aquella en la cual se conectan dos términos opuestos referidos a una misma característica o situación. Pero, no se trata sólo de pensar un par de elementos o conceptos opuestos, sino de indagar el modo en el que estos opuestos operan en la constitución del objeto o situación diseñados, es decir, el descubrimiento o instauración de relaciones dialécticas nos permite comprender la estructura del objeto o situación, progresando así en el desarrollo del diseño. Por ejemplo, si pensamos el factor del color, podemos determinar si éste es saturado o desaturado, de valor alto o bajo, cálido o frío; y en estas consideraciones notamos que una elección no sólo muestra lo elegido por su presencia, sino que también hace presente su opuesto por su ausencia: no podemos pensar la claridad de un color sin tener presente su posibilidad de ser oscuro. Considerar un modo de ser de un aspecto en relación con su opuesto devela el carácter esencial y necesario de ese aspecto del objeto.
El método de establecer pares dialécticos no es nuevo, sino que tiene su origen en el estructuralismo. Sin embargo, creo que sigue siendo útil en el proceso de diseño, ya que es una estrategia de orden para un conjunto de datos o informaciones que deben ser organizados para que nuestro diseño sea inteligible. En efecto, si consideramos sólo una característica de aquello que diseñamos (como el ejemplo del color), no parece que una relación de opuestos nos sea de gran ayuda. Pero, en general, el diseño es un acto complejo que pone en marcha un proceso en el que intervienen diferentes aspectos que se interrelacionan e interactúan entre sí, tanto de manera lineal o sucesiva como paralela o simultánea. Y es en este tipo de procesos complejos donde los pares dialécticos se presentan como una herramienta para elaborar el concepto de diseño.
El proceso de diseño de iluminación
El término “diseño” tiene dos significados: por una parte, es un proceso de creación; por otra parte, es el producto creado. Es decir, el diseño es tanto un proceso como su producto. Interesa, entonces, determinar cómo es este proceso que nos lleva a un producto; qué es el proceso de diseño y qué es el objeto de diseño. Todo proceso de diseño está constituido por tres etapas: la recopilación de información referida a la situación de partida, la elaboración de un concepto de diseño y la realización del objeto de diseño.
El diseño de iluminación escénica está dado también por las etapas de recopilación-elaboración-realización. En el caso de un espectáculo, la información que se recopila durante la primera etapa es, sintéticamente, el libreto, la escenografía, el vestuario y el partido tomado por el director. Sólo a título de ejemplo podemos mencionar algunos aspectos del análisis. En el caso del espacio escenográfico nos preguntaremos si es un espacio conformado por elementos planos o de volumen, si son de apoyo o de suspensión, si son fijos o móviles, si es un espacio abierto o cerrado; a lo cual hay que agregar las características de los materiales: paleta de colores, transparencias u opacidades, texturas planas o rugosas. De igual modo podríamos proceder con el vestuario: preguntamos, entonces, si los personajes tienen ropas ajustadas al cuerpo u holgadas, si utilizan textiles opacos o transparentes, brillantes o mates, de colores oscuros o claros. Por último, el libreto también nos dará información, como, por ejemplo, si hay personajes que sólo habitan determinados espacios o están presentes en varios de ellos, qué personajes tienen afinidades y rechazos entre sí, quiénes están en relación de igualdad o de superioridad/sumisión, quiénes están ligados por relaciones familiares o por relaciones sociales.
La elaboración del concepto de iluminación correspondiente a la segunda etapa puede desarrollarse a partir de los dos modos de ser que presenta la luz: sus aspectos visuales (que llamaremos morfología de la luz) y sus aspectos temporales (que denominaremos sintaxis de la luz). Cada uno de estos niveles de análisis, el morfológico y el sintáctico, nos permiten definir el diseño de iluminación estableciendo un orden para sus diferentes variables. Por una parte, al considerar el resultado visual, podemos preguntar por la posición de la luz: queremos un alto o un bajo contraste de claroscuro; también podemos preguntar por la intensidad: queremos alta o baja luminosidad; el color nos permite decidir entre luz blanca (con sus modalidades de blanca fría o blanca cálida) o luz de color (con sus posibilidades de cálida o fría); la difusión elige entre luz dura o luz blanda; el tamaño nos hace decidir entre luces generales o luces puntuales. Por otra parte, al considerar el desarrollo temporal, podemos preguntar por la cantidad de cambios de estados de luz: queremos muchos o pocos cambios de luz; a partir de aquí debemos decidir si estos cambios o efectos de luz se producirán con una velocidad rápida o lenta; si sus duraciones serán largas o cortas; también si la sucesión de efectos de luces produce continuidad o discontinuidad visual. Nuevamente, observamos la ayuda que pueden darnos los diversos pares dialécticos establecidos para cada factor morfológico y para cada categoría sintáctica de la luz.
La realización de la iluminación en la tercera etapa está ligada a los aspectos proyectuales del diseño, es decir, a los procedimientos detallados y equipos específicos para el montaje de luces. En este sentido, a partir del concepto de iluminación deberá decidirse sobre el tipo de tecnología adecuada para producir los resultados propuestos. Aquí el concepto entra en relación con la tecnología, con lo que comienza una etapa de mutuo ajuste entre ambos, y aún cuando no son necesariamente opuestos, concepto y tecnología se relacionan dialécticamente al ser la tecnología el medio de expresión del concepto. En esta etapa es fundamental el desarrollo de la documentación correspondiente, siendo especialmente importantes la planta de luces y el guión de luces, entre otros soportes de información.
Conclusión
El uso de pares dialécticos constituye una herramienta de gran ayuda en todo proceso de diseño ya que nos permite establecer la necesidad de los diversos aspectos de lo diseñado. Por otra parte, el diseño de iluminación organizado a partir de pares dialécticos otorga inteligibilidad a la puesta en escena, acompañando su desarrollo narrativo. En efecto, el uso de pares dialécticos no debe quedarse en la sola explicitación de oposiciones, sino que debe guiarnos a la propuesta de un complejo significante desde la iluminación. Todo esto debe tener su correlato técnico, definiendo el equipo necesario y cómo montarlo en el escenario, para lo cual es necesario desarrollar la documentación correspondiente.
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