martes, 15 de marzo de 2011

La iluminación arquitectural: bases para el diseño (Parte I)*




© Mauricio Rinaldi

*Presentado en el X Congreso Panamericano de Iluminación Lux América 2010, Chile. Publicado en las Actas del Congreso, págs. 246-251. ISBN: 978-956-332-875-2.

I.Introducción

La luz es la energía que nos permite ver el espacio en el cual habitamos. Este hecho simple y cotidiano tiene, sin embargo, dos consecuencias importantes. En primer lugar, una consecuencia práctica, es decir, la luz nos permite actuar y desarrollar diferentes actividades en ese espacio. En segundo lugar, una consecuencia estética, o sea, la luz le otorga al espacio un determinado aspecto visual, le imprime un carácter, define su expresividad. Así, la luz tiene dos funciones en el diseño de espacios: una función práctica y una función estética. En este sentido, la tarea del diseñador de iluminación es lograr un adecuado equilibrio entre los aspectos prácticos y estéticos de la luz concebida para un espacio, equilibrio que implica una gran responsabilidad para el iluminador, ya que la iluminación tiene una fuerte impronta expresiva que puede superponerse a la del espacio, sin importar el estilo que éste presente (1).

En lo que sigue presentaremos algunas estrategias de orden para el diseño de iluminación arquitectural a partir de una propuesta metodológica que permita decidir sobre el concepto de iluminación adecuado para cada tipo de espacio. Esta propuesta consiste en el estudio de una situación mediante términos que forman pares de opuestos o pares dialécticos. La idea no es nueva, sino que se remonta al estructuralismo que, recordamos, ha desarrollado el método de ordenar los conceptos propios de un área de estudio colocándolos en relaciones de oposición, de manera que cada uno de ellos puede comprenderse y definirse por su relación de interacción con el otro. Así, los opuestos no implican necesariamente rechazo mutuo sino mutuo esclarecimiento, con lo cual se pone de manifiesto no sólo la relación entre opuestos, sino la necesaria consideración de un término para poder pensar el otro, estableciendo entre ambos una relación dialéctica [7]. Consideramos que la reactualización de este camino metodológico brinda una herramienta conceptual adecuada para comprender el actual fenómeno del diseño donde la disolución de los límites disciplinares hace que, en ocasiones, no se tenga la claridad suficiente respecto de un problema. En este caso particular nos referimos a la iluminación escenográfica que muchas veces desvirtúa un espacio arquitectónico por la excesiva presencia de lo teatral, reduciendo o, incluso, anulando, la función práctica de ese espacio. Aún cuando no hay una regla invariable en el diseño, puede tomarse como fundamental el siguiente axioma: cuando un aspecto del diseño está desarrollado con profundidad y detalle, los otros aspectos pueden estar menos desarrollados. Incluso, podríamos sugerir que estos aspectos no tengan un fuerte desarrollo con el fin de no saturar y desvirtuar el resultado final. Con esto se pone en evidencia la necesidad de elaborar un concepto que sustente el diseño, ya que sin concepto no hay diseño.

(1) Véase para ello el caso de las catedrales [1].

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