Lámparas con filamento de carbón
Este trabajo ha sido
presentado en el Primer Congreso Nacional de Escenografía, Universidad Nacional
del Centro, Argentina, 2013. Publicado en la revista EscenaUno, Universidad
Nacional del Centro, N° 1, junio de 2014.
Durante el
siglo XIX, en el Romanticismo, se desarrolló la iluminación a gas, tecnología
que trajo algunos avances en lo estético: el aumento notable de la intensidad
lumínica y la posibilidad de regulación de la intensidad luminosa de las
fuentes. Sin embargo, aún quedaban problemas heredados del Barroco: la
inestabilidad de las llamas luminosas y el hecho de que la regulación seguía
realizándose por bloques de luz, o sea, respecto de grandes áreas del
escenario. Pero el principal problema seguía siendo la comparativamente menor
iluminación que recibían los actores en relación con la iluminación de la
escenografía, por lo que la iluminación de proscenio siguió utilizándose.
La
invención de la lámpara de filamento por parte de Edison hacia 1879 puso a
disposición del teatro el uso masivo de la luz eléctrica (3). Esta vez los
beneficios fueron realmente notorios, produciéndose no sólo un cambio
cuantitativo, sino también cualitativo en la iluminación escénica. Con la luz
eléctrica se obtuvo una mayor intensidad de las fuentes, la estabilidad
luminosa de las fuentes, una regulación de intensidad gradual y total y,
principalmente, el desarrollo de luminarias que podían manipular la emisión de
las fuentes mediante elementos de óptica (espejos y lentes), lo cual permitió
el uso tanto de luz general como de luz sectorizada mediante proyectores (4).
Los
desarrollos tecnológicos de la iluminación eléctrica coinciden históricamente
con el surgimiento de la vanguardia estética. Como sabemos, la vanguardia en el
arte constituye ese momento histórico en el que se da un cambio de paradigma
respecto de los cánones compositivos y conceptuales a mediados del siglo XIX.
Este cambio de paradigma implica el rechazo de los modelos anteriores, es
decir, de la Academia, desde la cual se imponían las poéticas, ese conjunto de preceptos a seguir para llegar a ser un
artista dentro de la pintura, la escultura o la arquitectura (5). Como sabemos,
la vanguardia no es un movimiento uniforme ni homogéneo, sino que es un
fenómeno multiforme, es decir, más precisamente deberíamos hablar de
vanguardias como un conjunto de movimientos que se dan casi contemporáneamente,
pero planteando cada uno de ellos una crítica a la tradición desde diferentes
puntos de vista.
En el
teatro también se verificó durante el
siglo XIX una serie de movimientos de reforma estética. En este sentido, todos
estos movimientos comparten con las artes visuales el rechazo del viejo modelo.
Cabe recordar que este modelo escénico-visual del teatro se basa en un naturalismo, es decir, en un tipo de
escenografía que intenta reproducir espacios reales. El uso de rompimientos
realizados pictóricamente con las técnicas de representación en perspectiva
constituye el molde típico y normalizado para toda puesta en escena desde fines
del Renacimiento hasta mediados del Romanticismo, cuando irrumpen las
vanguardias. La protesta de las vanguardias contra este molde estandarizado fue
caracterizado como una fuerte crítica contra el ilusionismo, tal el término que emplearon los vanguardistas para
designar, con tono despectivo, a la escenografía de rompimientos. En efecto,
los rompimientos, esos telones planos recortados a modo de arcos, pintados
según las normas de la perspectiva, crean la ilusión de profundidad y volumen
en un escenario que tal vez no es muy profundo.
3.Debemos
recordar que la luz eléctrica se conocía desde hacía algunas décadas. En
efecto, ya en la Ópera de París se había utilizado una lámpara de arco
eléctrico para un efecto durante una representación de Le Prophete de Mayerbeer en 1849. Sin embargo, el gran consumo que
requería la luz de la lámpara de arco y el rápido desgaste de los carbones que
producía la chispa luminosa hizo impracticable su aplicación masiva.
4.Rinaldi,
Mauricio, “Historia de la iluminación escénica”.
5.Las
poéticas fueron frecuentemente expresadas en tratados escritos por filósofos,
artistas o estudiosos del arte, y tuvieron gran difusión durante el siglo
XVIII. Véase Aumont Jacques, La estética
hoy, pág. 100 y ss.
No hay comentarios:
Publicar un comentario