Este trabajo
ha sido presentado en el Primer Congreso Nacional de Escenografía, Universidad
Nacional del Centro, Argentina, 2013. Publicado en la revista EscenaUno, Universidad
Nacional del Centro, N° 1, junio de 2014.
Desde el
punto de vista de la iluminación escénica, nos interesa analizar algunos
autores que han cuestionado la tradición visual del teatro barroco a partir de
la segunda mitad del siglo XIX. Estos cuestionamientos son, en algunos casos,
impulsados por consideraciones sobre la dirección actoral, y, en otros casos,
desarrollados a partir de una reforma sobre los aspectos visuales de la puesta
en escena, pero, en todos los casos, los resultados han sido la eliminación de
la estructura barroca de la imagen escenográfica. Recordemos brevemente las
críticas al ilusionismo escenográfico: el actor actúa delante de la
escenografía y no dentro de ella; de lo anterior, se infiere que el actor está
imposibilitado de retroceder hacia el fondo del escenario para evitar la
contradicción del cambio en las proporciones entre el actor y los elementos
escenográficos; el actor es tridimensional y la escenografía es bidimensional;
el actor es dinámico y la escenografía es estática; en escena hay una luz real
emitida por las velas, candiles o mecheros de gas, y hay una luz fingida
pintada en la escenografía; por último, la luz de proscenio produce sombras del
actor sobre el cielo pintado del fondo. Cabría preguntar si las nuevas
propuestas estéticas de las vanguardias hubieran sido posibles sin el
desarrollo de la luz eléctrica. No podemos especular sobre los hechos de la
historia, aunque podemos afirmar que la luz eléctrica acentuó las
contradicciones visuales de la escenografía de rompimientos. En efecto, la luz
eléctrica, con su mayor intensidad y la posibilidad de iluminar con luz
directa, acentuó estas contradicciones, ya que las costuras de los telones, así
como sus pliegues, arrugas y escamas se hacían más evidentes, al igual que las sombras del actor
proyectadas sobre el fondo. Además, la escenografía pictórica de Barroco estaba
realizada con un dibujo nítido (en términos plásticos, cerrado) ya que estaba pensada para recibir una iluminación difusa
y de baja intensidad producida por la gran cantidad de velas o candiles distribuidos
en todo el escenario. La iluminación eléctrica dejó a la vista del público una
pintura que aparecía como elemental y de tosca factura. Sin embargo, podemos
estudiar el modo en el que esta nueva tecnología de la iluminación afectó las
concepciones vanguardistas en el teatro. Se trata, entonces, de analizar la
interacción de la luz con el espacio a partir de la luz eléctrica, es decir, la
relación dialéctica entre estética y técnica propia de todo arte, con lo cual
el teatro será visto sub specie lucis,
según la expresión de Hans Sedlmayr (6). Son estas propuestas las que
estudiaremos a continuación.
6.Seldmayr,
Hans, La luce nelle sue manifestazione
artistiche, Aesthetica, Palermo, 1989.
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