domingo, 22 de noviembre de 2009

Saulo Benavente: la iluminación de su Rigoletto en el Teatro Colón (Parte III)




© Mauricio Rinaldi (texto)
© Vilma Santillán (foto color)

En el año 2002 se cumplieron 20 años de la muerte del escenógrafo argentino Saulo Benavente. En la temporada de ese año el Teatro Colón de Buenos Aires incluyó la ópera Rigoletto, de Giuseppe Verdi, como último título del año, oportunidad que fue aprovechada por la dirección de la casa lírica para reponer la escenografía que Benavente realizara en el año 1968 como un homenaje a su trayectoria. Dado que la escenografía original no estaba en buenas condiciones, se encargó a Víctor De Pilla, jefe de escenografía del Teatro Colón, su reposición en base a los bocetos y planos originales de Saulo. Por otra parte, se me ofreció la oportunidad de diseñar la iluminación para esta bellísima ópera, lo cual acepté con alegría y cierto temor a la vez. Yo ya conocía muy bien esta ópera dado que había trabajado en ella en diversas oportunidades, pero ahora esto era en el escenario del Colón.

Al comenzar con las primeras ideas de iluminación, me encontré con un problema: los cuatro espacios que había diseñado Benavente para la ópera Verdi eran muy diferentes entre sí respecto del estilo, es decir, son cuatro escenografías de muy diferentes estrategias y estructuras espaciales. El primer cuadro del primer acto (un salón del palacio del Duque de Mantua) está resuelto con dos grandes columnas a cada lado del escenario y un fondo que cierra la escena sobre una pasarela transversal. El segundo cuadro del primer acto (un espacio doble que muestra simultáneamente el patio de la casa de Rigoletto y la calle exterior) está constituido por una serie de volúmenes que se alternan en un juego plástico de gran movimiento. El tercer cuadro, correspondiente al segundo acto (una sala en el palacio del Duque), está organizado por bastidores planos a los lados del escenario y un plafón que cierra la caja. El cuarto cuadro, que pertenece al tercer acto (nuevamente un espacio doble que presenta el interior de la taberna de Sparafucile y el exterior), está desarrollado a partir de un arco para la puerta y un plano superior de la taberna con un fondo tormentoso.

Unas escenografías con esas diferencias morfológicas planteaban un problema para la iluminación: ¿cómo lograr un diseño de luces con unidad visual? La solución estuvo en el desarrollo de la luz, es decir, en su dimensión temporal, a partir de lo que la misma partitura verdiana mostraba. La idea fue simple: dado que cada cuadro comienza con un nivel dramático bajo y va in crescendo hasta una máxima tensión, busqué elementos en cada caso para producir efectos de luces que fueran haciendo cada vez más contrastada la imagen a medida que se sucedían, correspondiéndose con el drama. Así, para el primer cuadro (primer acto) propuse acentos de luz sobre las columnas laterales y una mascarilla (gobo) sobre el fondo; estas luces aumentaban su intensidad a la vez que disminuía la intensidad de la luz general y aumentaba la contraluz, con lo cual se aumentaba el nivel de contraste. El segundo cuadro (primer acto) fue el más fácil dado que los volúmenes del espacio producen por sí solos altos contrates de claroscuro; sólo fue necesario la gradual disminución de la luz frontal y el aumento de la luz lateral o de contraluz para dar relieves. El tercer cuadro (segundo acto) fue el más difícil debido a lo cerrado del espacio, además de estar constituido por planos sin volumen; allí opté por proyectar unas texturas indefinidas sobre las paredes cuya intensidad acentuaba las vetas del mármol pintado a medida que avanzaba el acto. El cuarto cuadro (tercer acto) tenía un fondo pintado con un cielo de tormenta sobre el cual proyecté unas nubes cuya intensidad aumentaba con el decurso del acto, lo cual se acompañaba con la inversión del balance entre luz frontal y contraluz. Estas son, a grandes rasgos, las características de la iluminación que diseñé para este Rigoletto; más allá de los detalles (que harían demasiado extensa esta nota) creo haber mostrado que un diseño de iluminación debe tener un criterio de unidad, ya sea desde sus aspectos visuales o desde sus desarrollos temporales. Sólo espero haber rendido homenaje Saulo Benavente como él se merece.

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